martes, 12 de agosto de 2014

El Valor de los Gestos

Llamamos “gesto” a ese pequeño movimiento corporal a través del cual buscamos expresar algo a alguien. Los gestos, básicamente,  se dan en el rostro, aunque comúnmente lo hacemos extensivo a las manos u otras partes del cuerpo. El gesto es algo pequeño que realizamos en sólo un instante. Un guiñe de ojo, una leve sonrisa, juntar o morderse los labios, levantar las cejas, mostrar los dientes, etcs. Esto, en nuestras caras, conlleva un significado socialmente codificado. Pero también las manos hacen gestos. Con ellas saludamos de lejos o por contacto. Y así estamos ante un conglomerado de signos que usamos a diario. Pero tan importante como eso es que a veces no tenemos en cuenta  los gestos que emiten los otros. Para entender a los demás, no sólo debemos atender lo que dicen, sino también los gestos que emiten voluntaria o involuntariamente. ¿Cuántas veces en la cara de un hijo, de una esposa, de una madre, encontramos signos de preocupación o dolor? ¿No sería eso, una puerta de entrada al diálogo reparador? Es una carencia enorme, el no tener capacidad para leer los gestos que emiten los otros. El ceño fruncido, la comisura de los labios, los ojos tristes y llorosos, no podemos pasarlos por alto.

 La sociedad constantemente emite gestos para ser tenidos en cuenta, si no los vemos, eso habla a las claras de nuestra miopía social o nuestra ignorancia. Cuando hablamos de gestos hablamos de acciones, de actos, de hechos. Si hablamos de “gestión” ya sea empresarial, política o institucional, hablamos de acciones, de actos, dado que ambas palabras pertenecen a una misma raíz: gestar.  Por todo esto, la palabra “gesto” va más allá del cuerpo mismo. Cuando alguien hace un regalo, decimos que “tuvo un gesto de generosidad”. Al Papa Francisco se lo llama: el Papa de los gestos, porque su forma de actuar, obra más de lo que dice.

 ¿Por qué importa que tengamos en cuenta nuestros gestos y los ajenos?  Importa porque no solamente a través de ellos nos podemos comunicar, sino porque fundamentalmente con ellos expresamos nuestra más profunda humanidad, los animales carecen de ellos. Los gestos nos cualifican: hay gestos groseros y gestos delicados; hay gestos de amor y hay gestos de odio; hay gestos de inclusión y gestos de rechazo.


Además de cuidar de nuestros gestos, debemos preocuparnos por saber leer los gestos  de los que nos rodean y de los no tan cercanos. Ayuda en las buenas relaciones humanas. Si queremos mejorar nuestra pequeña o gran comunidad, quizá nos falten gestos de justicia, de amor, de perdón, de solidaridad y de protección: un beso, una caricia, una mano tendida, un abrazo. 

Autor: Prof. Alberto F. Estrubia