En ese mismo lapso de tiempo se produjo en el cielo la cruz cardinal determinada por Urano en Aries, Marte en Libra, Júpiter en Cáncer y Plutón en Capricornio, eventos astronómicos de fuerte carga semántica astrológica.
Si a ello agregamos las tormentas solares que ocurren cada 11 años, siendo la actual de intensa magnitud, y las variables vibracionales que genera el cambio de inclinación del eje de la tierra, podemos decir que estamos en un período donde nuestro planeta y su inserción espacial parecen hablar de lo diferente, lo no convencional, lo rápido, lo que avanza y cambia. El tiempo, esa convención humana que nos ordena en el espacio desde nuestra condición dual, parece haberse apresurado, dando la sensación de que todo ocurre más rápido, o que ocurren más cosas en menos tiempo. En realidad todo tiene que ver con la vibración que ha llevado a acelerar el ritmo del planeta y también nuestro ritmo personal, aunque no estemos totalmente preparados para ello.
La llamada resonancia Schumann, o pulso de la Tierra, antes era una constante de 7.8 hertzios, ahora ha subido a 12, y sigue elevándose; se dice que se estabilizará en 13 hertzios, octava superior de frecuencia, iniciando otra etapa de la creación, en una realidad diferente.
Es en este marco de comprensión donde debemos aceptar y valorar todo lo vivido. Es probable que mucho de lo que nos pasa, mucho de lo que sentimos y asimilamos no se presente con coherencia cartesiana, y así debe ser, porque es nuevo y exige nuevas respuestas. Es aquí donde el mundo de los símbolos nos abren a la posibilidad de encontrar otras definiciones: ver más allá de lo fenomenológico, abrirnos al mundo de la intuición, construir el propósito de lo que consideramos valioso y confiar, sin titubeos, que somos los hacedores de ese mundo nuevo que estamos co-creando. De la intención y certeza que le pongamos a ese propósito plasmándolo en nuestro proyecto personal, generaremos la calidad del modelo de vida en el planeta tierra.
El desafío es grande, pero vale pena; implica soltar, arriesgar y sobretodo elegir. Eso es, elegir qué mundo queremos y qué estamos dispuestos a hacer para lograrlo.