miércoles, 15 de octubre de 2014

Editorial - Septiembre 2014

Muchas veces nos hemos preguntado cuál es nuestro lugar en el mundo, si estamos donde deberíamos estar y si eso que buscamos es posible de lograr. Pensamos que ese utópico lugar está, “en otro lugar”, y solemos correr afanosos de una idea a otra, de una opinión a otra creyendo que, mágicamente, alguien señalará con una potente luz ese lugar o nos mandará un aviso especial para que lo detectemos…Es precisamente esta creencia de que todo viene “desde afuera” lo que nos lleva a soñar con una llegada o anuncio espectacular que parece no aparecer nunca.

Nos equivocamos, sí, nos equivocamos, porque ese lugar está en cada uno, y el desafío es descubrirlo. ¿Cómo?... En primer lugar sabiendo quiénes somos, qué queremos para nuestras vidas, qué habilidades tenemos, qué nos gusta, qué sabemos hacer, es decir, recurriendo a esa manera de ser personal (por lo menos lo que nos damos cuenta) porque por allí empezaremos a marchar hacia la dirección esperada del lugar buscado.

Pero de nada servirá pensar en lo que somos o queremos si a ello no le incorporamos lo que sentimos frente a ese pensamiento. Vale la pena destacar la importancia de los sentimientos ya que muchas veces los ignoramos o dejamos de lado, en la creencia de que será el razonamiento, el pensamiento lógico, el que nos dará las respuestas.

Poco o nada nos hará sentir bien si elegimos o evaluamos la vida sólo desde el deber ser, de las pautas instituidas por otros o desde la idea que la vida es sólo luchar. Me dirán que hasta ahora han comprobado que así ha ocurrido, y no lo niego; lo importante es saber que son estos prejuicios o preconceptos los que debemos disolver, trasmutar, para construir un mundo desde la valoración personal y la alegría de vivir.

¿Sirve una vida donde sólo obtengamos tristeza, desgano, malestar, agobio? ¿Es eso lo que deseamos conseguir?  La respuesta, seguramente, es un no rotundo. Entonces ¿ por qué lo hacemos?...Porque reprimimos lo que pasa en nuestro mundo emocional olvidándonos de sentirnos bien.

Es el mundo de los sentimientos el que puede darnos respuesta sobre lo que nos gusta hacer, lo que nos hace bien, lo que nos gustaría experimentar. Se puede objetar que la realidad exige otra cosa y que hay obligaciones ineludibles. A ellos les respondo: esas obligaciones que se viven en forma negativa pueden ser cambiadas cuando decidimos elegir, para nuestras vidas, el estar y sentirnos bien, el ser auténticos con lo que buscamos. Escucho la pregunta siguiente: Sí, pero… ¿cómo lo hago?

Mi respuesta, tantas veces hablada y profundizada en los talleres de autoconocimiento es: afianzando la convicción de lo que pienso y siento, centrando y sosteniendo lo elegido con amor, con confianza, con alegría, sin dudas, sin confusiones, desde la certeza interna del merecimiento. El cómo, ese famoso cómo que tanto preocupa, lo dejamos en manos del Universo, de la Mente, de Dio,  que será el encargado de crear y precipitar en este plano físico lo que  pedimos.

Dejemos en manos de la Energía Universal el resultado, tengamos la certeza de que será positivo, tal como lo esperamos, porque el camino de la Creación se construye con pensamientos y sentimientos basados en el Amor.

Con esta reflexión,  volvamos al comienzo del editorial: encontrar, reconocer nuestro lugar en el mundo  ¿Queda alguna duda de que es este proceso de integración entre lo que pensamos y lo que sentimos lo que nos da certeza de estar donde debemos estar? ¿Aceptamos que la luz de la comprensión se prende adentro para iluminar el afuera?...

En consecuencia, lo más importante es aceptar que nuestra estadía en el Planeta Tierra es la gran oportunidad de expresar, con nuestras elecciones y acciones, lo que podemos crear; la exigencia es tomar consciencia de quiénes somos, qué capacidades tenemos, qué queremos y cómo nos sentimos. Si a ello le agregamos certeza y coherencia estaremos ubicados en el mejor lugar  y asociados  a la gran empresa de crear un Mundo cada vez Mejor. No desperdiciemos esta oportunidad!

Sigamos profundizando esta necesidad de encontrar Un Lugar en el Mundo
El Motivo que Te Ha Traído Aquí

Hasta ahora, lo que hemos comentado es igual para todas las personas: todos hemos venido a la Tierra por voluntad propia, a ser felices expresando nuestro amor. Lo que te diferencia, y te hace especial, es que tu amor es único. No hay nadie que ame las mismas cosas, y con la misma intensidad, que tú.

Piensa un momento en qué es lo que más te gusta: ¿la música? ¿La moda? ¿Los libros? ¿La política? ¿Salir con los amigos? ¿Tu trabajo? Intenta entrar en tanto detalle como puedas, no te quedes en la superficie. Si te gusta la música, por ejemplo, piensa en qué te gusta exactamente: ¿tocar un instrumento? ¿Cuál? ¿Y qué tipo de música? ¿Qué cantantes? ¿Prefieres escuchar a otros o cantar tú? Si haces este pequeño ejercicio, empezarás a ver cómo eres de especial. Porque nadie siente lo mismo que tú por las mismas cosas que tú. Si les preguntamos a varias personas qué es lo que más les gusta, obtendremos un conjunto de respuestas completamente únicas; no habrá dos que estén repetidas. Si no acabas de verlo claro, haz la prueba con otras personas que conozcas. Verás como nadie responde exactamente lo mismo que has respondido tú. Con esto, lo que te estoy diciendo es que, de todo el amor que hay en el universo, hay una parte que te corresponde a ti. Es tuya, y sólo tuya. Nadie más la puede tocar, si tú no lo permites. Imagínate todo el amor que existe como un gran pastel, si quieres, y corta un pequeño trozo. Este trozo es tuyo.

Es decir, eres el responsable de una parte del tesoro más grande que existe en todo el universo, porque no hay nada más valioso, ni más poderoso, que el amor. El amor es la fuente de la vida y el motor del universo. Y tú eres uno de los guardianes de esta fuerza descomunal. Mira en tu interior, y verás que estás lleno de amor: amor por ti mismo, por otras personas, por la vida. Este amor es el que te impulsa a vivir y a tirar hacia adelante, pero por encima de todo, te hace inmensamente valioso. Porque tu amor no solo te impulsa a ti, sino a todo el universo. Si alguna vez has pensado que eres poca cosa, quítatelo de la cabeza ahora mismo. ¿Crees que el amor es poca cosa?

A ti te gusta lo que te gusta

Hay mucho amor dentro de ti, mucho, pero no está todo. Tú no tienes todo el amor del universo, solo tienes una parte. Solo tienes un trozo del pastel. Es decir, no lo amas todo. Hay cosas que te gustan, y otras que no.

Contrariamente a lo que puede parecer de entrada, este hecho tiene aspectos muy positivos. Ten en cuenta que si lo amaras todo con la misma intensidad, no podrías hacer nada, porque la fuerza que te impulsa a moverte es precisamente la capacidad de distinguir lo que te gusta de lo que no. Si comes, por ejemplo, es porque prefieres estar con la barriga llena que pasar hambre; si no fuera así, no lo harías. En última instancia, si todas las situaciones te resultaran igual de agradables, no harías nada. Es un poco lo que le pasa a Dios. Él lo ama prácticamente todo con la misma fuerza, y debido a esta circunstancia, no se puede mover mucho. Dios no puede desplazarse por el universo, él ES el universo. Pero tú no; tú solo eres una parte, y esto te da libertad. De hecho, tú existes para hacer cosas que Dios no puede hacer directamente. El hecho de no amarlo todo tiene una consecuencia que te puede parecer obvia, pero que es más importante de lo que parece a primera vista: no puedes expresar amor por aquello que no amas. De donde no hay no se puede sacar.

Así pues, a pesar de tener una gran libertad, tienes una limitación importante: puedes hacer lo que quieras, pero no todo puedes hacerlo con amor. Puedes cantar cualquier canción, pero si no te gusta, no la cantarás con amor; puedes ejercer cualquier profesión, pero si no la amas, no lo harás con amor; puedes ofrecer tu compañía a cualquier persona, pero si no te cae bien, no le transmitirás amor. Tu radio de acción no tiene límites, pero tu capacidad de expresar amor sí. Solo puedes expresar amor por aquello que amas.

Tu lugar te espera

Teniendo en cuenta que tu felicidad depende exclusivamente de la cantidad de amor que expresas, es evidente que, de cara a tu bienestar, es imprescindible que tengas muy claro qué te gusta y qué no. Si dedicas tu tiempo a hacer cosas que no te gustan, estarás malgastando tu vida, porque no serás feliz. Así que ahora te pediré que repitas el ejercicio que te he propuesto antes, pero con toda tu atención. Mejor si dejas de leer unos minutos y lo apuntas en un papel: ¿qué amas realmente? ¿Qué te gusta por encima de todo? Detállalo tanto como puedas.

¿Ya lo has hecho? ¿Seguro? ¿Recuerdas cuando te decía que estás aquí como resultado de una decisión que tomaste? ¿Y que todas tus decisiones van encaminadas hacia tu máximo bienestar? Pues ha llegado el momento de atar cabos. Si has sido sincero, y has expresado lo que realmente sientes, lo que has escrito es la razón por la cual estás aquí. Esto es lo que has venido a hacer. Has venido a hacer realidad aquello que amas, y lo que amas es lo que has apuntado en el papel. Ya que has hecho el ejercicio, fíjate también en la gran cantidad de cosas que hay por el mundo, y que han quedado fuera de tu lista: actividades, profesiones, experiencias, etc. Son las cosas que no te gustan, o que no te atraen especialmente. Esto es lo que NO has venido a hacer aquí. Al menos por ahora.

Sin embargo, estas cosas que a ti no te interesan seguro que están en la lista de alguna otra persona. Si una cosa existe, es porque alguien la ama; si no, no existiría. Debido a esto, es muy posible que, en algún momento, alguien te diga que alguna de esas cosas es superior, y que te tendría que gustar. Quizás te dice que hay una profesión mejor que las otras, y que la tendrías que elegir; o que hay un tipo de ropa más bonita, y que te la tendrías que comprar. Desde su punto de vista, seguramente no crea que está haciendo nada malo, porque para ella estas cosas realmente son mejores. Son las cosas que a ella le gustan. Pero no son las cosas que a ti te gustan, así que no te harán feliz. Olvida, pues, lo que dicen los demás, y céntrate en lo que tú sientes. Esto es lo mejor que puedes hacer por ti, pero también para el resto de personas. Ten en cuenta que cada uno ama cosas diferentes, hasta el punto que no hay nadie más que tenga una lista como la tuya. Es decir, tu camino está libre, porque no hay dos personas que hayan venido a hacer lo mismo. No tienes que competir para ocupar tu lugar en el mundo. Tu lugar es tuyo, y no se solapa con el de nadie más.

Ahora bien, ¿qué pasa si te desvías de tu camino? Entonces sí que encontrarás conflictos, porque el resto de caminos no están libres. Estarás intentando comerte la parte del pastel que no te corresponde, y alguien se quejará. Con razón.
Así que honrar a tus sentimientos, y hacer únicamente aquello que verdaderamente amas, no es sólo la manera de cuidar de tu propio bienestar, es también la manera de respetar el espacio de los demás y de incrementar la armonía del planeta.

(Párrafos extraídos de Tu lugar en el mundo de Jan Anguita ( Capítulo 4)