miércoles, 13 de agosto de 2014

Editorial - Agosto 2014

Siempre he dicho, con una sonrisa en los labios, que Tatita Dios (así me gusta hablar de la Mente Universal, del Todo, del Dios de mi fe) es un ”Pícaro Inteligente” y doy este ejemplo: nos dice que venimos a la tierra como seres individuales, como almas encarnadas que deben experimentar por sí en la vida para evolucionar…pero existe una condición: debemos con-vivir, vivir con los demás. He aquí el punto clave: la convivencia, la integración, la complementación con el otro. Esta es su Picardía (para hablar con una metáfora risueña), porque sabe que es allí, precisamente en esa convivencia compartida y necesaria donde aparece el desafío.

Imaginemos, como proceso de reflexión, qué pasaría si estuviésemos solos… absolutamente solos…No podríamos subsistir, diríamos en primera instancia, pero supongamos que Él facilitara esa subsistencia… ¿Podríamos conocernos, reconocernos, expresarnos, diferenciarnos?... Si hasta no podríamos definirnos, con esa expresión tan aprendida en la escuela de que  el ser humano es un animal social.

Es que sin la convivencia no somos seres humanos…Nada más ni nada menos… Somos hombre o mujer en tanto, además de existir en forma individual, también lo hacemos en forma grupal. No hay humanidad sin la grey, sin la tribu, sin la familia.

Esta disquisición tiene que ver, entonces, con la necesidad de ser individual y ser vincular que necesitamos… Lo de ser individual parece que lo aceptamos, intentamos defenderlo y lo exponemos bajo la bandera del Yo: Yo soy,  Yo tengo, Yo hago, a veces muy cargado de Ego y bastante carente de Yo Esencial, pero, en fin, no lo cuestionamos… El problema surge cuando aparece en escena (este Tatita Dios que no se olvida!) el Ser vincular, el Nosotros…¿Qué hacemos?...

Pensemos… ¿qué pasa?...  Utilicemos las preguntas para que cada uno busque respuestas:

En el plano personal individual y afectivo: ¿Qué importancia tienen los demás en mi vida? ¿Puedo escuchar en las palabras de los demás, mi propio relato? ¿Puedo verme en el otro, es decir, darme cuenta que me refleja? ¿Asumo que si ese otro no existiera nada sabría de mí? ¿Asumo los vínculos que  establezco como la puerta de contacto para completarme? ¿Entiendo que cuando me conecto con personas agresivas, negligentes, equivocadas, estoy vivenciando, a través de ellas, agresiones, negligencias o errores que yo también cometo y necesito aprender a superar? ¿Puedo ver en el otro al prójimo que, en definitiva, es el Creador?...Por favor, releamos y penetremos en el sentido de este interrogarnos, porque hay mucho, mucho por aprender.

Y si llevamos las preguntas a nivel de lo grupal, de lo social, de las naciones, de la humanidad toda, surgen las mismas demandas, claro que ahora, por amplificarse, nos parece que no nos incluyen. Sin embargo, sí nos incluyen. Todos somos los que comandan, direccionan, bajan líneas, los que acatan órdenes, esperan pasivamente o se niegan a  obedecer…

Es precisamente nuestro Sujeto vincular el que hace agua, si nos ponemos a chequear las respuestas de lo interrogado. Pocas veces esa experiencia de relación sale enriquecida por la comprensión, la amplitud, el amor incondicional. La mayoría de las veces los vínculos nos hablan de soluciones como: matar, invadir, desconocer, imponer, quitar, desquitar, destruir… Y así a lo largo de lo que sabemos de la historia de estos “humanitos” que somos…

¿Es posible que todavía nos vinculemos desde la guerra, autorizada por ley, para lograr que el Otro (país, región, continente) haga lo que Yo (país, región, continente) digo que está bien? ¿Es posible que habiendo experimentado como seres humanos el dolor de la destrucción sigamos arrojando un misil como bandera de la Verdad (política, religiosa, de grupos, de sistemas) para impactar en el corazón de un niño, una madre, un anciano?... ¿Cuánto más necesitamos experimentar este tipo de relaciones?... ¿Cuánto?... ¿Qué aprendemos y superamos? ¿Qué reiteramos a ciegas?... ¿Para qué?...

Soñamos con un mundo mejor, hablamos de portales de luz que se abren para quienes asumen el camino de la búsqueda hacia lo trascendente, y me parece hermoso, necesario, alentador… Pero, ¿qué hacemos con estas deudas vinculares casi prehistóricas que seguimos sosteniendo? ¿Dejamos todo esto de lado diciendo que en el camino de la evolución estamos entrando en nuevas dimensiones, y que los que quedan en el camino lo harán en otro momento, o asumimos que hoy más que nunca tenemos que luchar por un mundo mejor hasta que amanezca un día el misil convertido en flor y la herida del niño sanada con amor?...

Los invito a seguir cuestionando para encontrar respuestas que, probablemente generen nuevos interrogantes. Ayudémonos con el conocimiento,  la intuición, la sensibilidad,  la fe; tal vez en los intersticios de cada uno de estos campos de energía surja la luz que tanto buscamos…

Autor: Prof. Mirtha Palmas